sábado, 20 de julio de 2013

La Gregoriana #Roma

Mis respetos para este hombre, el obispo Enricco.
Entró con los ojos bien abiertos para no perderse ni el más mínimo detalle. Contempló los muros, el piso recién trapeado, vio al secretario que contestaba el teléfono y se detuvo un segundo, su corazón aún latía emocionado por estar en donde estaba, aspiró el suave aroma del conocimiento, de la historia y del detergente para pisos. Miraba con gran reverencia el horario de clases, era como si estuviera contemplando una obra de Miguel Ángel, en realidad estaba impresionado. Ni siquiera en la capilla Sixtina había estado tan atento y maravillado.
Caminó muy despacito, en un silencio casi sagrado, la majestuosa estatua que estaba junto a la cafetería lo miró y sonrió, era una silenciosa bienvenida.
Se detuvo a verlo, tan grande, tan bueno y guapo, tan paciente que no bastándole sus múltiples actividades aun trabajaba de estatua en universidades, en verdad se veía una gran amistad entre ellos pero él no tuvo la capacidad de frenar sus pies que lo llevaron hasta las escaleras, había muy pocas personas y todas las aulas estaban vacías debido a las vacaciones de semana Santa más sin embargo eso le daba un encanto saboreable a su encuentro, esto no podía ser una simple visita, puesto que una visita es algo más planeado y organizado e incluso formal, no señor!, esto realmente era un encuentro, del niño que sale de la escuela con sus padres, del joven enamorado con que será su futura esposa, del esposo con la nueva emoción de la paternidad, del lector con una librería nueva.

Subió las escaleras como un conejito, miraba curioso cada letrero, tablón de avisos, nombre de los salones, y cuando el cuerpo le pidió reposo se recargo en un pilar y escuchó un chhttss, él distraído como siempre mirando quien pasaba por el piso de abajo y Gregorio hablándole, tenía la mano con un gesto de bendición y nuestro amigo solo reclino la cabeza (para recibir la bendición).

 Rezó en silencio por los estudiantes, por los de está universidad pontificia y por los de todas las demás, para que llegaran al conocimiento de la Verdad y a la Salvación sin olvidar ser siempre humildes.
Siguió sus andanzas, subía y bajaba escaleras, abría puertas (en una de esas sonó una alarma), se sentaba en las bancas de las aulas, seguro que su alma tomaba notas de tanta historia. Pasó por un lugar que en italiano decía Facultad de Teología y sin quererlo se imagino tomando clases, tal ves los muros eran los que le impartían la enseñanza. Al sentir un poco el calor abrió una ventana, afuera había otro edificio y podía ver las tejas del techo, estaba chispeando y era un día nublado (muy a la europea) y observó Roma como nunca la había visto, tal ves sus ojos eran distintos, tal ves su alma se sentía más viva.
Hermosa y sensual Ciudad Eterna.

 Entró a la biblioteca pero el señor bibliotecario le negó la entrada pueserasoloparaestudiantes já! Pero alcanzó a ver algunos jóvenes (hombres y mujeres) estudiando o leyendo, eso fue más satisfactorio que haber entrado, imaginar que hace unos años la entrada a este santo recinto estaba permitida solo a varones y saber que hoy las mujeres también pueden donar sus habilidades a la Santa Iglesia. Madres! Aún no comía siescierto, bajó a la cafe. Había un estudiante leyendo el Observatorio Romano y pidió un pannini y un café, y como nuestro amiguito casi no es platicador se puso a sacarle charla al lector de las noticias de la Iglesia, era su tocayo pero con nombre en italiano, se llevaron bien, intercambiaron redes sociales (creo que aún no se han agregado) y hablaron en un inglés pésimo sobre teología y café, el amigo italiano se fue no sin antes prometer que rezaría al buen Dios por él.
Amiga de Alemania, Pepe de Perú que vive en Moskú, Martha de Polonia,
yo. Massimo de Italia, Tatyana de Rusia, el morenito es Lukas
de Brasil y mi amiga Julia que vive actualmente
en España joder!
  Terminada su breve comida gregoriana salio al patio de la cafe, un lugar realmente mágico que a lo lejos se oía una musiquita clásica y volvió a entrar en un estado orante, le agradeció al buen Dios por la vida, por la naturaleza y alabó junto con los peces del estanque al Señor de la Creación.
 Madres! Que hora es! Recordó la cita con sus amigos en Plaza San Pedro (Ciudad del Vaticano); salió y tomó una revista de la universidad como recuerdo, buscó las llaves de la bici y le quitó la cadena.

Llego volando a Via del Coronari, el camino más rápido era por Ponte Vitorio Emanuele II; a un costado de Castel S. Angello hay varios puesto de baratijas y como buen mexicano se entretuvo observando todo eso, no había nada bueno o nuevo. Siguió esquivando motonetas y autos (aunque el encantaba el trafico romano) pues era fácil pasar entre todos con la bici.
Amo andar en bici, aquí y en China.
Estaba atardeciendo en Roma, mientras amanecía en México, y el Vaticano se imponía soberbiamente, de repente vio la sonrisilla de Adeth (la compañera de Chihuahua) que gritaba oye flaco a ver a que horas vamonos a misa...


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